CUANDO DIOS ABRE TUS OJOS
2 REYES 6:17
“Y oró Elíseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”
Una de las condiciones más tristes de la criatura humana es leer la Palabra de Dios con un velo sobre el corazón.
Algo que debe quedar claro es que el ojo natural no puede ver las cosas celestiales. Dios está en todas partes; sin embargo, el pecado ha cegado los ojos de los hombres para que no le vean. Los mismos hombres son malos, culpables, caídos; sin embargo, no ven sus propias heridas, contusiones y llagas sucias que hay en sus almas. Esta falta de discernimiento espiritual hace al hombre innoble.
Veamos el caso del fuerte Sansón, quedó ciego por su desidia, por su desobediencia… este es un triste espectáculo; de juez de Israel se hunde hasta ser un esclavo en Filistea. La ceguera espiritual mantiene a la persona contenta con este mundo, no permitiéndole ver cuán poca cosa es; por tal razón se esfuerza, y peca, y sacrifica el cielo. Esto pone a los hombres en peligro: “Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mat. 15:14).
El hombre carnal no puede percibir las cosas celestiales, pero, si quisiera conocerlas… Dios puede quitar esa venda y dejarle ver la luz. Nosotros podemos guiar a los ciegos, pero no podemos hacer que vean. Podemos poner la verdad delante de ellos, pero no podemos abrir sus ojos; esta obra pertenece a sólo a Dios.
Nosotros podemos clamar para que Dios abra los ojos a quienes están ciegos por sus delitos y pecados. Debemos clamar: “Señor, te ruego, abre sus ojos para que vea”.
Pero nosotros también necesitamos que Dios abra nuestros ojos… El rey David, hombre a quien Dios llamó de entre los millares de los hijos de Israel le imploraba a su Dios “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18). David no quería ver solamente la ley de Dios, él deseaba contemplar las maravillas de la Santa Ley.
Literalmente David no era ciego, pero con los ojos carnales no se ven las maravillas de Dios, el rey pedía que le abriera Dios los ojos del entendimiento “Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento…” (Efesios 1:18). Nosotros los terrestres nacemos con las pupilas de los ojos del razonamiento apagados, y si Dios no nos las abre nunca podríamos ver las maravillas espirituales “Pues el dios de este siglo (Satanás) cegó los entendimientos de los incrédulos…” (2 de Corintios 4:4).
Debido a esta situación el hombre no puede entender nada de Dios “… Y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” (1 de Corintios 2:14). Esta es la triste realidad de los hijos de Adán, aunque hagamos alarde de la explosión de conocimientos que el hombre ha alcanzado sigue con sus pupilas espirituales apagadas, puede tener cerca a Dios y no lo mirará, aunque con sus telescopios mire las estrellas.
El siervo de Eliseo ya no tuvo más miedo cuando vio el poderoso ejército celestial de Dios. La fe revela que Dios está haciendo más por su pueblo de lo que nos podemos dar cuenta por medio de la vista. Cuando se enfrente a dificultades que parecen infranqueables, recuerde que los recursos espirituales están ahí aun cuando no pueda verlos. Vea a través de los ojos de la fe y permita que Dios le muestre sus recursos. Si usted no ve a Dios obrando en su vida, probablemente haya un problema con su visión espiritual, y no con el poder de Dios.